Arquitectura brutalista: historia, características y ejemplos clave del brutalismo

Arquitectura Referentes
Unité d'Habitation, Marsella. Le Corbusier
Unité d'Habitation, Marsella. Le Corbusier

En el vasto panorama de la arquitectura moderna, muchos estilos buscan seducir a través de la delicadeza y los detalles: ornamentos, colores, composiciones equilibradas. El brutalismo, en cambio, surge como una declaración de fuerza y sinceridad constructiva.

Un estilo que no teme mostrar las cicatrices del material, que rehúye el adorno superfluo, y que utiliza la monumentalidad como herramienta expresiva. La arquitectura brutalista convirtió al hormigón en su propio lenguaje, en un manifiesto de honestidad

El brutalismo nació en Europa tras la Segunda Guerra Mundial, en un contexto en el que era urgente reconstruir ciudades enteras con soluciones funcionales, duraderas y económicas. El hormigón, por su coste relativamente bajo y su capacidad para adaptarse a nuevas formas, se convirtió en el aliado perfecto. A partir de ahí, el estilo se extendió rápidamente, desde Reino Unido hasta Estados Unidos, Japón, Sudamérica y, finalmente, España.

El término tiene dos padres reconocidos. Por un lado, Le Corbusier, quien utilizó el concepto béton brut para describir el hormigón desnudo que empleaba en sus obras de los años cincuenta. Por otro, el crítico británico Reyner Banham, que acuñó la expresión New Brutalism para designar una tendencia que no solo apostaba por mostrar materiales crudos, sino que también buscaba claridad estructural y una funcionalidad directa, entendida como símbolo del resurgir de las naciones tras la guerra.

En España, el brutalismo encontró un terreno fértil en los años sesenta y setenta. Al principio, muchas de estas obras fueron criticadas por su dureza y por su aparente alejamiento de lo estético. Hoy, sin embargo, se han convertido en iconos arquitectónicos.

Basta pensar en las Torres Blancas de Francisco Javier Sáenz de Oiza en Madrid, que combinan el hormigón visto con una concepción orgánica sorprendente, o en el Colegio de Arquitectos de Valencia, obra de Fernando Moreno Barberá, donde la monumentalidad y la sobriedad se elevan como manifiesto. A este mismo arquitecto debemos también la Facultad de Derecho de Valencia, un ejemplo de brutalismo académico que, con el paso del tiempo, se ha consolidado como parte inseparable de la identidad urbana de la ciudad.

Incluso en la Costa Blanca encontramos ecos de esta corriente en las torres residenciales de Benidorm y en ciertos edificios institucionales levantados durante la fiebre constructiva de los sesenta, donde el hormigón se erige como símbolo de modernidad y pragmatismo.

Esta guía es un viaje por la historia y el presente del brutalismo. Veremos qué lo define, quiénes lo desarrollaron, cómo llegó a España y qué obras deberías conocer si quieres apreciar este estilo que, más que un movimiento estético, es toda una declaración de principios.

¿Qué es la arquitectura brutalista?

Para entender qué es la arquitectura brutalista hay que huir de algunos de los elementos más tradicionales de la arquitectura, en concreto, los que tienen que ver con el ornamento o los estilos más atrevidos y personales. Y es que, la arquitectura brutalista es una corriente de la arquitectura moderna que prioriza la honestidad material, el no esconder, con revestimiento o adornos, de qué está hecho cada edificio.

Las construcciones brutalistas se caracterizan por algunos aspectos como son los siguientes::

  • El material predominante es el hormigón.
  • Suelen ser estructuras grandiosas, que intentan reflejar poderío a través del monumentalismo.
  • No tienen decoración superflua: la estructura y los materiales hablan por sí mismos y, en muchas ocasiones, se prioriza el pragmatismo.

A menudo, los edificios brutalistas revelan, sin disimulo, las huellas de su proceso constructivo: las juntas del encofrado, las texturas creadas por los moldes de madera o metal o, incluso, las marcas de los andamios. Este enfoque no es baladí, tiene un sentido: busca una estética industrial y franca.

En definitiva, tal y como define el Royal Institute of British Architects, el brutalismo enfatiza “materiales, texturas y construcción”, generando formas altamente expresivas.

¿Cuál es el origen del brutalismo?

Aunque hay disparidad entre algunos historiadores y expertos sobre la materia, el origen del brutalismo se asocia, generalmente, a la obra de Le Corbusier llamada «La Unidad de Habitación en Marsella» (1952), una planta modular donde el hormigón se expone al desnudo y con un volumen monumental muy notable.

Dos años más tarde, esta vez en el Reino Unido, el brutalismo tomó forma gracias a arquitectos como Alison y Peter Smithson, que en 1954 diseñaron la ‘Escuela Hunstanton‘, un edificio con una clara estructura expuesta, sin adornos, que se convirtió en todo un icono., con su estructura expuesta y su estética sin adornos, se convirtió en referencia para la nueva generación.

En Estados Unidos, Paul Rudolph llevó el brutalismo a los campus universitarios y edificios administrativos concretamente con su diseño de la Universidad de Dartmouth, mientras que en Japón, Kenzo Tange fusionó el brutalismo con la tradición arquitectónica nipona, creando formas audaces y funcionales que se ejemplifican en obras como el «Gimnasio nacional Yogogi» o el «Centro cultural Nichigan».

Durante los años 60 y 70, el brutalismo se convirtió en un lenguaje global. Sin embargo, a finales de los 80 comenzó a decaer, acusado de frialdad y asociado a la degradación urbana en algunos proyectos de vivienda masiva, muy ligado al modo de vida soviético.

Imagen hecha por MOMP de The Colonnade, Singapur. Paul Rudolph.
The Colonnade, Singapur. Paul Rudolph | Rafa García, MOMP

 

El brutalismo soviético: identidad y características propias

El brutalismo soviético, una variante del brutalismo clásico, surgió en Rusia y otros países del bloque del Este como una forma de respuesta a las necesidades sociales y urbanísticas de la época soviética. A través de este estilo arquitectónico, se buscó construir una identidad que reflejara los ideales del socialismo y se adaptara a las exigencias de la vida urbana en un contexto postrevolucionario.

Una de las características más notables del brutalismo soviético es el uso del hormigón, que se convirtió en el material dominante para la construcción de edificios públicos, viviendas y otras infraestructuras. Este enfoque no solo aportó una imagen de solidez y monumentalidad, sino que también permitía una construcción rápida y económica.

  • Edificios masivos y con proporciones imponentes.
  • Formas geométricas simples, pero con un diseño funcional que prioriza la utilidad.
  • A menudo, se integraban espacios públicos que fomentaban la interacción social y comunitaria.

Las estructuras brutalistas soviéticas eran frecuentemente utilizadas para albergar instituciones gubernamentales, escuelas y complejos residenciales. Estas edificaciones pretendían ser símbolos de modernidad y progreso, mostrando la capacidad del Estado para ofrecer soluciones habitacionales a la población.

Un aspecto distintivo de este enfoque es que el brutalismo en la URSS no solo se centraba en la estética, sino que también estaba vinculado a una ideología política. Muchas construcciones estaban diseñadas con la intención de reflejar un nuevo comienzo tras la Revolución de Octubre, incorporando elementos que significaban la rotura con el pasado y la creación de un futuro mejor.

Sin embargo, la percepción sobre estos edificios ha cambiado con el tiempo. Hoy en día, muchos de estos ejemplos arquitectónicos son reconocidos por su valor histórico y cultural, aunque, en su momento, sus características fueron objeto de críticas debido a su aparente austeridad y rigidez.

Imagen del Bank of Georgia, Tiflis. George Chakhava y Zurab Jalaghania
Bank of Georgia, Tiflis. George Chakhava y Zurab Jalaghania

Ejemplos destacados de arquitectura brutalista en España

La arquitectura brutalista también dejó una huella profunda en el paisaje español, especialmente entre las décadas de 1960 y 1980. En un país que entonces buscaba modernizarse y proyectar una nueva identidad urbana, el brutalismo ofreció un lenguaje ideal: sólido, técnico y honesto, alejado del ornamento y comprometido con la funcionalidad.

  • Edificio Torres Blancas, de Francisco Javier Sáenz de Oiza, en Madrid (1969). Su concepción orgánica, basada en formas curvas de hormigón visto, llevó el brutalismo hacia un terreno más escultórico y vitalista. Es, probablemente, la obra que mejor sintetiza la capacidad del hormigón para ser estructura y piel a la vez.
  • Colegio de Arquitectos de Cataluña (COAC), proyectado por Xavier Busquets, cuya fachada de hormigón sobrio y grandes paños ciegos se convierte en un manifiesto de racionalidad constructiva en pleno centro urbano.
  • Facultad de Derecho de la Universitat de València (1970), Fernando Moreno Barberá, resume a la perfección los valores del brutalismo académico: proporción, claridad estructural y precisión técnica. El edificio se organiza mediante una retícula modular de hormigón armado que resuelve con elegancia tanto la estructura como la envolvente.
  • Neguri Gane en Benidorm (1998), El Edificio Neguri Gane, Roberto Pérez-Guerras y Julio Pérez Gegundez. Es uno de los iconos del brutalismo residencial en la Costa Blanca. Con sus 145 metros de altura y estructura de hormigón visto, combina monumentalidad y verticalidad en una composición rotunda que marcó el skyline de la ciudad.
  • Universidad Laboral de Cheste (1965-1969), Fernando Moreno Barberá. Es uno de los mayores conjuntos educativos de España y una de las obras más representativas del brutalismo valenciano. Concebida como una “ciudad educativa”, combina monumentalidad y racionalidad constructiva en hormigón visto, con una organización modular y patios que integran luz, orden y funcionalidad.
Imagen de Rafa García Devesa

Rafa García Devesa

Arquitecto y empresario. Director de MOMP ESTUDIO, donde combino la técnica y el diseño con la dirección y gestión integral de proyectos. Mi labor se centra en impulsar una arquitectura contemporánea, rigurosa y sensible, entendida como un proceso coordinado entre técnica, personas y propósito.

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